Eternamente escuchando al mar,
que para mi mal,
es el que consuela y engulle las penas
con las que ya no puedo cargar.
En tu orilla me puedo resguardar de la tormenta
los días de tempestad.
El mar,
puede callar y divagar por el alma gris
que yo ya no puedo encontrar.
En tu espuma puedo guardar
viejas cenizas y tú las tratas de alejar.
Yo, eternamente escuchando al mar.
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