martes, 23 de septiembre de 2014

Huir sin huir, quedarse en la huida.

Perdida en la ambigüedad que lastima,
en la prisión del olvido sigo olvidándome, 
ciega de nostalgia, 
muda mi mirada, 
sordo el crujido de mi ser, 
me echo a correr.
Con la rareza y la incertidumbre, 
de la que corre sin ser perseguida, sin ser entendida,
 sin compañía que me siga, ni guía.
Brindar con la copa vacía,
solo un acompañante, el silencio y su melodía. 
Un sordo corazón que ya no quiere escucharse,
mirarse, ni tampoco soñarse. 
Alma despojada, cansada y desolada,
busca la salida, el fino hilo que cosa la herida.
Con poco más que hacer, sin regreso hacia el olvido voy. 
Desde la cornisa hasta lo más hondo, 
armada de esperanza oxidada.