Tan cerca la luz pero a la vez tan lejos.
Mientras tanto la oscuridad,
acechaba su reflejo.
Aquel viejo pesar,
que parecía inerte,
volvió a mi rutina,
vaya mi mala suerte.
Allá donde iba, ella tras mía.
A veces a flor de piel,
otras tan distante...
Pero nunca perecía y hacia de esta vida
una verdadera prisión de lágrimas y negra poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario